En menos de 15 minutos, Cirilo Martínez perdió 26 mil dólares, seis años de trabajo y el sueño de una nueva vida.
Ahí iban sus jornadas de 15 horas diarias trabajando en un restaurante de comida china y sus ahorros como mecánico los fines de semana, todo ello ahora en manos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), tras serle confiscada esa cantidad en el aeropuerto en Nueva York cuando se embarcaba de regreso a México.
Cirilo falló al reglamento federal de aduanas, en el que se especifica que todo aquel viajante con una cantidad mayor de 10 mil dólares debe declarar las divisas que lleva.
"Es legal transportar cualquier cantidad de dinero y no se les pide que indiquen de dónde procede, pero si la persona viaja con más de 10 mil dólares, tiene que declararlo al entrar o al salir del país, o de lo contrario puede ser confiscado", indica Angélica DeCima, portavoz de CBP.
DeCima añade que esta situación ocurre con bastante frecuencia en los cruces fronterizos debido, en muchos casos, por desconocimiento de la ley.
La Ley de Seguridad Bancaria, en vigor desde octubre de 1970, se estableció con el fin de perseguir los delitos de lavado de dinero, además de obligar a la declaración de bienes superiores a los 10 mil dólares, bajo pena de ser confiscados.
Indígena mexicano y apenas con poco dominio del español, Cirilo desconocía esta ley.
"Yo nomás quería ir mi tierra, ya no quería estar allá [EEUU] porque no hay trabajo, pues. Yo lo dejaba en la casa dinero y nomás quería llevármelo. Llegué con mochila a avión, ‘tonces’ dejé ahí en la máquina y ahí aparecieron todos los dólares, pues", dice en entrevista desde su natal Tlapa, Guerreo, México, donde aún hoy pelea su caso y el reembolso de su dinero.
Sin forma de probar como fue obtenido el dinero, ya que su antiguo patron no quiere tener problemas con hacienda, no tiene forma de recuperarlo
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